SUMA Y SIGUE.

Vivo en un quinto piso, de un edificio que no tiene ascensor. Si salgo de mi casa, son un mínimo de 2 veces diarias, por lo que tengo que subir 2 veces esos 5 pisos. Sin actividad física periódica, esos 5 pisos pueden ser una verdadera tortura, como lo eran para mí hasta hace meses atrás. Ahora no, los puedo subir silbando, saltando un escalón, saltando dos, corriendo, cantando, como quiera.

Se sienten ganas de volver, pero hay que relajarse, la concentración y el autocontrol son claves, respirar profundo... al final de cada día que pasa me felicito por el poder de voluntad que tengo.

Ya no me canso tan fácilmente como lo hacía antes, mi boca ya no huele a cenicero, mis manos tampoco, mi ropa cada vez menos. Ya no tengo nicotina en mi cuerpo (¿?), esto de volver a oler cosas que antes no sentía tan fácil, es notable. Y qué decir del bolsillo, si normalmente compraba una cajetilla de 20 cigarrillos, cada 3 días, son 2 cajetillas a la semana, son $2.000 ahorrados. Hasta la fecha son más de $50.000. Muy bien.
Y es que ya son más de 169 días sin fumar, comparado al tiempo que estuve fumando (poco más de 3 años) no es tanto, pero voy a paso firme, y sin volver atrás.